Se veía un cielo nublado desde la ventana de su despacho en el Ministerio de Marina, en la línea del día que le esperaba. Mientras estaba pensando en el día que le esperaba entró un joven oficial.
-Tiene correo señor.
Tras ordenarle dejarlo sobre la mesa y que se retirase acudió a abrir la misiva, estaba ansioso por recibir cierta noticia. Usó un abrecartas y le agradó la lectura. Tal como habían previsto el Emperador cedió ante quien le escribía, Togo Heihachiro, y convocó la crucial reunión de gabinete el día que el Genro no estaba en Tokio. Aquel legendario almirante, vencedor de la batalla de Tsushima, ahora se manejaba igual de bien en la corte haciendo de tutor del sucesor Hirohito e influyendo en el pobre Emperador Yoshihito débil tanto mental como físicamente.
Yashiro Rokuro sonrió aliviado, quizá el futuro no iría tan mal como preveía. Creía poder salvar sus estimados barcos, a miles de marineros y a Japón.
La notificación de reunión del gabinete no sentó nada bien a Oka Ichinosuke y a Hasegawa Yoshimichi. La marina había conseguido un golpe de mano pero ellos todavía confiaban en convencer al gobierno.
Un profundo odio les carcomía. No soportaban a la marina. Hasta apenas once años atrás la marina había formado parte del Estado Mayor del Ejército, que presidía ahora Hasegawa Yoshimichi. Desde la guerra contra Rusia la armada se había hecho con un peso importante y dominaba los presupuestos militares.
Tenían la oportunidad ahora de recuperar su poder dentro del ejército imperial.
Culminaron de desarrollar su estrategia y esperaron a la reunión de la tarde. Si todo salía como esperaban liderarían la guerra, sería la marina quien sufriría las pérdidas y el ejército de tierra volvería a tener la primacía. Acabaron brindando en recuerdo de Katsura Taro y haciendo el juramento de devolver al ejército su antigua gloria.
El cielo lejos de calmarse se había enfurecido. Ahora llovía a cántaros y el viento empezaba a soplar con fuerza.
Los relámpagos alumbraban más la estancia en la que los miembros del gobierno acababan de empezar su reunión.
El Emperador presidía esa reunión acompañado de su consejero Togo, que era quien en la práctica presidía el encuentro, en detrimento del Primer Ministro Okuma Shigenobu. Tras unas palabras corteses pero con autoridad leídas en un papel el Emperador cedió la palabra al Primer Ministro:
-Estamos aquí hoy para tomar una decisión crucial para la historia de nuestro país. Hemos de escoger nuestro papel respecto a la Gran Guerra; O apoyamos a la Entente Cordiale o a la Triple Alianza o nos declaramos neutrales. Quisiera oír vuestras opiniones.
Tras unos segundos en los que un rayo iluminó tanto la habitación que dejaron de poder verse unos a otros alzó la mano el Ministro de la Guerra, Oka Ichinosuke:
-Caballeros muestro país debe terminar lo que no pudimos culminar en 1.905; Expulsar a Rusia de Asia. Tenemos un gran aliado, Alemania, que es militarmente superior a sus enemigos y que con nuestra ayuda se conseguirá aplastar a Rusia. Esta guerra nos brinda la oportunidad de un plumazo expulsar a los europeos de Asia.
Surgieron voces entre los ministros comentando al respecto entre quienes tenían a su lado. Del murmullo generalizado se alzó una voz, era la del Ministro de la Marina Yashiro Rokura:
-Esa es una afirmación demasiado optimista. Puede que Alemania sea muy fuerte en tierra pero Francia y Reino Unido tienen muchos recursos económicos y tropas que llevar a la batalla. Además esos dos países dominan el mar y Rusia es un país demasiado basto para invadir por no decir su frío clima y la orografía tan montañosa de Siberia.
La réplica no tardó en llegar por parte de Hasegawa:
-El ejército está más que preparado para ello. El plan consiste en que derrotemos al enemigo antes de que tengan posibilidad de movilizarse. Además usted ha obviado decir que el Reino Unido ha conformado la Gran Flota en el Mar del Norte y ha descuidado otras zonas como Asia. Esta es nuestra oportunidad y en cambio usted quiere que la dejemos pasar ¿Para que gastamos entonces dinero en barcos?
El murmullo iba en aumento y el Ministro de Exteriores, Kato Takaaki, rumiaba su intervención, pero mientras Yashiro contestó:
-¿Tan preparados como en Port Arthur? Miles de vidas se perdieron por no poder el ejército tomar la fortaleza durante meses. Tuvo que ayudar la marina.
Por otra parte las distancias se han acortado. Esta misma semana abre sus puertas el Canal de Panamá y tanto a Gran Bretaña como a Francia les será mucho más rápido enviar refuerzos a Asia.
Iba a responder Hasegawa cuando intervino Kato con voz pausada pero firme:
-En primer lugar no habríamos podido conseguir más en 1.905 porque estábamos casi en bancarrota y ni Reino Unido, ni Francia, ni Alemania habrían permitido que tomásemos más territorios rusos ¿Acaso han olvidado la Triple Intervención? En 1.895 tras derrotar a China nos impidieron tomar Lushunkou, no van a permitir que dominemos Asia ni la Entente Cordiale ni la Triple Alianza.
Nuestra mejor opción es optar por quien nos da más con menos riesgo de escoger su caballo y ese es el Reino Unido. Conseguiríamos las posesiones alemanas en Asia, lugares muy estratégicos, quitaríamos a un rival del tablero asiático (Alemania) y Gran Bretaña nos permitiría entrar económicamente en China por delante de otros países. Por otra parte si la Entente sale derrotada su dominio sobre Asia se reduciría pero Alemania no incrementaría su presencia en Asia pues en acuerdos de paz preferiría otros territorios, es decir la Alemania molesta con nosotros no podría afectarnos.
A continuación Togo dio la palabra al Ministro de Economía, Reijiro Wakatsuki,
-Señores no se puede coger el barco o el tren si éste no tiene combustible. No tenemos recursos económicos para una guerra larga y tampoco podemos asumir el control de grandes territorios, pues habría que gestionar y organizar el territorio antes de poder obtener beneficios. Mi opinión es que deberíamos mantenernos neutrales, dejarnos agasajar por las dos partes consiguiendo beneficios por nuestra neutralidad y que nuestra economía despunte sacando provecho mientras nuestros rivales se debilitan entre ellos.
Esta vez quien tomó la palabra fue el propio Primer Ministro:
-Nuestro país no puede permitirse permanecer neutral en esta contienda. Los grandes países deben asumir el liderazgo y no permanecer alejados de la arena internacional. Hemos de escoger el mejor bando, vencer y sacar provecho.
El asistente del Emperador decidió que era hora de votar y así lo expresó pero recibió la oposición tanto del Ministro de la Guerra como del Jefe del Estado Mayor del Ejército, quienes querían que se postergase la votación hasta que pudiese intervenir el Genro. El Primer Ministro sugirió no esperar porque había urgencia y los dos miembros que querían postergar la votación amenazaron con marcharse junto otros dos ministros, a quienes habían convencido previamente si veían que podían perder la votación y así que esta no se realizase por falta de quorum, pero tras unas palabras susurradas de Togo al oído del Emperador éste se levantó y por su autoridad real ordenó realizar la votación.
Finalmente Japón entraría en la gran guerra y lo haría contra las potencias centrales.
En la residencia del Primer Ministro esa noche Kato y Okuma celebraban su triunfo. Se asomaron al balcón para disfrutar de la noche estrellada, ya el mal tiempo había desaparecido.
Los dos habían usado a los militares. Una guerra corta y exitosa liderada por el gobierno civil reforzaría el poder civil sobre el militar, contentando en parte a estos. El ejército estaba molesto pero ellos planeaban contentarlo al año siguiente con las veintiuna exigencias a China.
Se rieron debatiendo con sorna sobre quienes eran más patéticos si los prusianistas del ejército o los afrancesados de la marina.
Lo que no sospechaba Kato es que estaba siendo utilizado por Okuma para orientar la política hacia el nacionalismo. Él era una persona progresista y partidaria de la alianza con el Reino Unido, que negoció personalmente, y si bien sabía que su compañero no era un partidario de un país u otro no lo veía como un nacionalista.
El poder civil aún sobrevivía en Japón pero ¿Por cuánto tiempo?
Publicado en Escritor MA Pérez
-Tiene correo señor.
Tras ordenarle dejarlo sobre la mesa y que se retirase acudió a abrir la misiva, estaba ansioso por recibir cierta noticia. Usó un abrecartas y le agradó la lectura. Tal como habían previsto el Emperador cedió ante quien le escribía, Togo Heihachiro, y convocó la crucial reunión de gabinete el día que el Genro no estaba en Tokio. Aquel legendario almirante, vencedor de la batalla de Tsushima, ahora se manejaba igual de bien en la corte haciendo de tutor del sucesor Hirohito e influyendo en el pobre Emperador Yoshihito débil tanto mental como físicamente.
Yashiro Rokuro sonrió aliviado, quizá el futuro no iría tan mal como preveía. Creía poder salvar sus estimados barcos, a miles de marineros y a Japón.
La notificación de reunión del gabinete no sentó nada bien a Oka Ichinosuke y a Hasegawa Yoshimichi. La marina había conseguido un golpe de mano pero ellos todavía confiaban en convencer al gobierno.
Un profundo odio les carcomía. No soportaban a la marina. Hasta apenas once años atrás la marina había formado parte del Estado Mayor del Ejército, que presidía ahora Hasegawa Yoshimichi. Desde la guerra contra Rusia la armada se había hecho con un peso importante y dominaba los presupuestos militares.
Tenían la oportunidad ahora de recuperar su poder dentro del ejército imperial.
Culminaron de desarrollar su estrategia y esperaron a la reunión de la tarde. Si todo salía como esperaban liderarían la guerra, sería la marina quien sufriría las pérdidas y el ejército de tierra volvería a tener la primacía. Acabaron brindando en recuerdo de Katsura Taro y haciendo el juramento de devolver al ejército su antigua gloria.
El cielo lejos de calmarse se había enfurecido. Ahora llovía a cántaros y el viento empezaba a soplar con fuerza.
Los relámpagos alumbraban más la estancia en la que los miembros del gobierno acababan de empezar su reunión.
El Emperador presidía esa reunión acompañado de su consejero Togo, que era quien en la práctica presidía el encuentro, en detrimento del Primer Ministro Okuma Shigenobu. Tras unas palabras corteses pero con autoridad leídas en un papel el Emperador cedió la palabra al Primer Ministro:
-Estamos aquí hoy para tomar una decisión crucial para la historia de nuestro país. Hemos de escoger nuestro papel respecto a la Gran Guerra; O apoyamos a la Entente Cordiale o a la Triple Alianza o nos declaramos neutrales. Quisiera oír vuestras opiniones.
Tras unos segundos en los que un rayo iluminó tanto la habitación que dejaron de poder verse unos a otros alzó la mano el Ministro de la Guerra, Oka Ichinosuke:
-Caballeros muestro país debe terminar lo que no pudimos culminar en 1.905; Expulsar a Rusia de Asia. Tenemos un gran aliado, Alemania, que es militarmente superior a sus enemigos y que con nuestra ayuda se conseguirá aplastar a Rusia. Esta guerra nos brinda la oportunidad de un plumazo expulsar a los europeos de Asia.
Surgieron voces entre los ministros comentando al respecto entre quienes tenían a su lado. Del murmullo generalizado se alzó una voz, era la del Ministro de la Marina Yashiro Rokura:
-Esa es una afirmación demasiado optimista. Puede que Alemania sea muy fuerte en tierra pero Francia y Reino Unido tienen muchos recursos económicos y tropas que llevar a la batalla. Además esos dos países dominan el mar y Rusia es un país demasiado basto para invadir por no decir su frío clima y la orografía tan montañosa de Siberia.
La réplica no tardó en llegar por parte de Hasegawa:
-El ejército está más que preparado para ello. El plan consiste en que derrotemos al enemigo antes de que tengan posibilidad de movilizarse. Además usted ha obviado decir que el Reino Unido ha conformado la Gran Flota en el Mar del Norte y ha descuidado otras zonas como Asia. Esta es nuestra oportunidad y en cambio usted quiere que la dejemos pasar ¿Para que gastamos entonces dinero en barcos?
El murmullo iba en aumento y el Ministro de Exteriores, Kato Takaaki, rumiaba su intervención, pero mientras Yashiro contestó:
-¿Tan preparados como en Port Arthur? Miles de vidas se perdieron por no poder el ejército tomar la fortaleza durante meses. Tuvo que ayudar la marina.
Por otra parte las distancias se han acortado. Esta misma semana abre sus puertas el Canal de Panamá y tanto a Gran Bretaña como a Francia les será mucho más rápido enviar refuerzos a Asia.
Iba a responder Hasegawa cuando intervino Kato con voz pausada pero firme:
-En primer lugar no habríamos podido conseguir más en 1.905 porque estábamos casi en bancarrota y ni Reino Unido, ni Francia, ni Alemania habrían permitido que tomásemos más territorios rusos ¿Acaso han olvidado la Triple Intervención? En 1.895 tras derrotar a China nos impidieron tomar Lushunkou, no van a permitir que dominemos Asia ni la Entente Cordiale ni la Triple Alianza.
Nuestra mejor opción es optar por quien nos da más con menos riesgo de escoger su caballo y ese es el Reino Unido. Conseguiríamos las posesiones alemanas en Asia, lugares muy estratégicos, quitaríamos a un rival del tablero asiático (Alemania) y Gran Bretaña nos permitiría entrar económicamente en China por delante de otros países. Por otra parte si la Entente sale derrotada su dominio sobre Asia se reduciría pero Alemania no incrementaría su presencia en Asia pues en acuerdos de paz preferiría otros territorios, es decir la Alemania molesta con nosotros no podría afectarnos.
A continuación Togo dio la palabra al Ministro de Economía, Reijiro Wakatsuki,
-Señores no se puede coger el barco o el tren si éste no tiene combustible. No tenemos recursos económicos para una guerra larga y tampoco podemos asumir el control de grandes territorios, pues habría que gestionar y organizar el territorio antes de poder obtener beneficios. Mi opinión es que deberíamos mantenernos neutrales, dejarnos agasajar por las dos partes consiguiendo beneficios por nuestra neutralidad y que nuestra economía despunte sacando provecho mientras nuestros rivales se debilitan entre ellos.
Esta vez quien tomó la palabra fue el propio Primer Ministro:
-Nuestro país no puede permitirse permanecer neutral en esta contienda. Los grandes países deben asumir el liderazgo y no permanecer alejados de la arena internacional. Hemos de escoger el mejor bando, vencer y sacar provecho.
El asistente del Emperador decidió que era hora de votar y así lo expresó pero recibió la oposición tanto del Ministro de la Guerra como del Jefe del Estado Mayor del Ejército, quienes querían que se postergase la votación hasta que pudiese intervenir el Genro. El Primer Ministro sugirió no esperar porque había urgencia y los dos miembros que querían postergar la votación amenazaron con marcharse junto otros dos ministros, a quienes habían convencido previamente si veían que podían perder la votación y así que esta no se realizase por falta de quorum, pero tras unas palabras susurradas de Togo al oído del Emperador éste se levantó y por su autoridad real ordenó realizar la votación.
Finalmente Japón entraría en la gran guerra y lo haría contra las potencias centrales.
En la residencia del Primer Ministro esa noche Kato y Okuma celebraban su triunfo. Se asomaron al balcón para disfrutar de la noche estrellada, ya el mal tiempo había desaparecido.
Los dos habían usado a los militares. Una guerra corta y exitosa liderada por el gobierno civil reforzaría el poder civil sobre el militar, contentando en parte a estos. El ejército estaba molesto pero ellos planeaban contentarlo al año siguiente con las veintiuna exigencias a China.
Se rieron debatiendo con sorna sobre quienes eran más patéticos si los prusianistas del ejército o los afrancesados de la marina.
Lo que no sospechaba Kato es que estaba siendo utilizado por Okuma para orientar la política hacia el nacionalismo. Él era una persona progresista y partidaria de la alianza con el Reino Unido, que negoció personalmente, y si bien sabía que su compañero no era un partidario de un país u otro no lo veía como un nacionalista.
El poder civil aún sobrevivía en Japón pero ¿Por cuánto tiempo?
Publicado en Escritor MA Pérez