Los triunfadores han sido una alianza de reformistas conservadores liderados por el Presidente Rouhani y los conservadores moderados. Es clave la alusión a su corriente ideológica, pues de no hacerla se puede interpretar erróneamente el escenario como una victoria de fuerzas progresistas que desean transformar moderadamente Irán.
El país persa tiene una sociedad conservadora por la influencia de su religión pero sobre todo por lo que el sistema político nacido de la revolución islámica de 1.979 ha inculcado a la población. En esta sociedad de mayoría chií se ha comenzado a implantar un debate sobre introducir cambios que alojen las políticas tan conservadoras que se practican desde el poder.
Los contendientes en liza son los partidarios de un conservadurismo casi extremo y los que desean un conservadurismo mucho más moderado.
Debe tenerse en cuenta que para participar en las elecciones se debe tener el visto bueno de las autoridades iraníes e incluso estas han de avalar los resultados de las citas con las urnas. Todo ello para garantizar que se mantenga el sistema político y la interpretación conservadora del Islam.
Cualquier intento de reforma en Irán es lento, muy lento, y se realiza en estos momentos entre hacer más light o no el sistema pero no sobre su modificación significativa y menos aún por su sustitución. Estos pasos lentos se hacen consiguiendo mayorías en las cámaras, tanto en el parlamento como en la asamblea de expertos. Esta última encarga de elegir al nuevo líder supremo, o sea el Jefe de Estado, quien de verdad gobierna la nación persa y es quien influye notoriamente en los valores oficiales de la sociedad iraní.
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 28-2-16