La pérdida de influencia en el mismo espacio post-soviético con la marcha de Ucrania hacia Occidente ha dejado una doble crisis en la nación rusa:
La primera es la complicación de su posición en el mundo que le deja cada vez con menos influencia y apoyos.
Mientras que la segunda es la pérdida de credibilidad hábilmente ocultada internamente por la anexión de Crimea bien vendida en los medios de comunicación rusos.
Hace un año escribí que Rusia se vería abocada a incrementar su presencia en Oriente Medio apoyando a sus aliados chiíes (Irán y el régimen sirio de al-Assad). Justamente lo que no ha tenido más remedio que hacer el Kremlin.
No solamente no puede permitirse perder más aliados, la relación entre Rusia y Siria es herencia de la época soviética, sino que además estos tienen elementos de relativa presión creciente sobre Moscú como se está viendo en Siria movida por Irán (con la que tiene la nación rusa importantes acuerdos nucleares y de armamento) o la cesión en el precio de gas que Rusia suministrará a China (años negociando y al producirse la guerra de Ucrania el Kremlin firma un acuerdo con Beijing al respecto).
La geopolítica del arrastre afecta a Siria. Primero se involucró Hezbollah directamente en la guerra civil siria junto con otras milicias chiíes y ahora Rusia para salvar al régimen de al-Assad. Falta saber si será suficiente o acabará también interviniendo ampliamente Irán.
Ante ello la reacción del Consejo de Cooperación del Golfo, arrastrando seguramente a Egipto por los grandes créditos que países de éste le dieron al régimen de Al-Sisi para consolidarlo, está por ver pero sin duda no permitirán un triunfo chií en Siria y por tanto se radicalizará aún más la guerra civil siria incrementando su crudeza.
Publicado en página de Facebook
Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 6-5-15