Muchas veces se ha entregado el premio a gente que contribuyó a solucionar crisis o que abogó por cambiar actitudes malignas. Esta vez como digo es diferente porque es a dos personas que combaten un mal actual y que requiere de concienciación.
Él dirige un hospital en la RD Congo que trata los casos de violencia sexual producidos por la crónica violencia e inestabilidad que afecta a ese país con guerras intermitentes y ella cuenta su trágica experiencia vivida por culpa del Estado Islámico en Irak.
Las violaciones son usadas como arma de guerra y además son unos de los padecimientos que suelen sufrir los civiles en la mayoría de los conflictos bélicos.
Afortunadamente en el Siglo XX la comunidad internacional tomó conciencia para regular tanto la guerra como para establecer los Derechos Humanos, los cuales desde la segunda mitad de dicho siglo fueron gradualmente exigiéndose cumplir y tenerlos en cuenta también en los conflictos armados. Queda mucho por hacer pero hay una buena base y con labores de concienciación así como con observaciones sobre el terreno se puede hacer que la comunidad internacional sea informada y exija a las instituciones internacionales que pongan en marcha los mecanismos de actuación pertinentes, existentes por cierto, para detener las violaciones de los Derechos Humanos.
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