El mandatario de EEUU que no se sentía cómodo con el tratado, ni él ni casi ningún otro republicano, ya había criticado el tratado pero finalmente tuvo que aceptarlo aunque para desquitarse y expresar su animosidad con Irán sondeo la posibilidad de aplicar sanciones a Irán. Dicho sentimiento de hostilidad hacia el tratado es compartido por la cúpula del régimen de los ayatolás en Irán.
No obstante ninguna de las dos partes puede permitirse renunciar a un tratado que aporta una estabilidad de mínimos a Oriente Medio, retrasa la posibilidad de una guerra y frena la posibilidad de una carrera por obtener la bomba atómica en dicha región. Por tanto la escalada verbal es lo único que les queda para salvar la cara mientras mantienen en vigencia el tratado.
La agresividad verbal de Irán con Israel, sus relaciones con Hezbollah y la animosidad que mantienen con los países árabes del Golfo hace peligroso que se dote de un arma nuclear. Y tanto la ambición de su programa nuclear con como lo mantenía protegido hacían sospechar que la verdadera obtención del mismo era la obtención de bombas atómicas.
Desde el principio Occidente e incluso Rusia tenían claro que no debía Irán dotarse de dicho armamento, más aún Israel que procedió presuntamente a actividades para torpedear su programa nuclear. Las cancillerías occidentales lograron un acuerdo y Rusia contribuyó también a hacerlo posible.
Mientras que en Irán los moderados lograron reducir la tensión con el exterior y enfocarse en asuntos internos alejando la posibilidad de una absurda guerra para ellos.
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 12-1-18