La corrupción. Ese acto de beneficio personal a costa de lo público o de una colectividad, normalmente para sacar beneficio económico, que no es ético y que perjudica a los demás de una forma directa o indirecta al aprovecharse de un cargo.
El problema existe desde la primeras organizaciones estatales en Egipto y Mesopotamia. Progresivamente se trató de combatir, normalmente con castigos muy duros, pero aún hoy en día no se ha logrado erradicar.
Los sistemas políticos modernos tienen muchos problemas para encontrar la tecla, aunque al menos la combaten (la corrupción era endémica en el antiguo régimen). Aún en países democráticos donde hay control parlamentario y los ciudadanos eligen a sus gobernantes el fenómeno de la corrupción no se termina de erradicar.
En estos últimos, que es donde mejor se puede combatir la corrupción, se ha optado por una gran transparencia y mejorar los procedimientos de investigación. No obstante aunque ello destapa los casos no la termina de erradicar, puesto que ello no toca la raíz del problema; La generación inicial de la corrupción.
La corrupción en las instituciones públicas se organiza conforme un partido político se perpetua en el poder durante varias legislaturas. Esa identificación entre partido y órgano público, acentuada en regímenes de partido único es decir donde teóricamente es muy difícil celeberar elecciones libres, crea las redes clientelares de amiguismos y facilidades entre los que se aviene al poder o entre ellos. Observese el calado psicológico ¿La gente no trata mejor a sus amigos y con quien coincide en planteamientos? ¿Los que se llevan bien no son más capaces de urdir tramas en beneficio mutuo?
La solución es separar los partidos de las administraciones públicas. Esto requiere que ningún cargo público participe en los órganos de dirección de su partido ni tenga cargo en él, aunque esto dificulte la unidad de los partidos. Además reformar las instituciones seria muy beneficioso para impedir que los partidos dicten toda la gestión.
También quizás hacer rotaciones de funcionarios periódicas aleatorias y en intervalos diferentes de tiempo, la adjudicación de los contratos cada vez a organismos diferentes y evaluandose por entidades externas las concesiones, etc
La corrupción no es una lucha que se puede ganar para siempre. La gestión de lo público y de cualquier entidad siempre estará en riesgo de sufrirla. La cuestión es complicar al máximo su gestación y hacer inviable que continúe en caso de que llegue a crearse un foco.
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 26-2-16
El problema existe desde la primeras organizaciones estatales en Egipto y Mesopotamia. Progresivamente se trató de combatir, normalmente con castigos muy duros, pero aún hoy en día no se ha logrado erradicar.
Los sistemas políticos modernos tienen muchos problemas para encontrar la tecla, aunque al menos la combaten (la corrupción era endémica en el antiguo régimen). Aún en países democráticos donde hay control parlamentario y los ciudadanos eligen a sus gobernantes el fenómeno de la corrupción no se termina de erradicar.
En estos últimos, que es donde mejor se puede combatir la corrupción, se ha optado por una gran transparencia y mejorar los procedimientos de investigación. No obstante aunque ello destapa los casos no la termina de erradicar, puesto que ello no toca la raíz del problema; La generación inicial de la corrupción.
La corrupción en las instituciones públicas se organiza conforme un partido político se perpetua en el poder durante varias legislaturas. Esa identificación entre partido y órgano público, acentuada en regímenes de partido único es decir donde teóricamente es muy difícil celeberar elecciones libres, crea las redes clientelares de amiguismos y facilidades entre los que se aviene al poder o entre ellos. Observese el calado psicológico ¿La gente no trata mejor a sus amigos y con quien coincide en planteamientos? ¿Los que se llevan bien no son más capaces de urdir tramas en beneficio mutuo?
La solución es separar los partidos de las administraciones públicas. Esto requiere que ningún cargo público participe en los órganos de dirección de su partido ni tenga cargo en él, aunque esto dificulte la unidad de los partidos. Además reformar las instituciones seria muy beneficioso para impedir que los partidos dicten toda la gestión.
También quizás hacer rotaciones de funcionarios periódicas aleatorias y en intervalos diferentes de tiempo, la adjudicación de los contratos cada vez a organismos diferentes y evaluandose por entidades externas las concesiones, etc
La corrupción no es una lucha que se puede ganar para siempre. La gestión de lo público y de cualquier entidad siempre estará en riesgo de sufrirla. La cuestión es complicar al máximo su gestación y hacer inviable que continúe en caso de que llegue a crearse un foco.
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 26-2-16