Todo país que no sea minúsculo tiene que tener algun tipo de ordrnacion territorial.
Algunos optan por el centralismo, otros por la autonomía (ya sea con un grado alto como el federalismo o incluso el confederalismo, un grado medio similar a las comunidades autónomas españolas o un grado bajo sin darles capacidad legislativa a órganos territoriales) y varios por uno mixto. Sin embargo todos ellos a nivel inferior a la primera división territorial (cantones, Estados, comunidades autónomas, regiones, etc) tienen un estamento intermedio (condados, provincias, distritos, óblast, prefecturas, etc) antes de llegar al nivel considerado como local.
La organización del órgano territorial intermedio suele depender de la autonomía que se le condece al órgano territorial territorial, que se entiende si lo llamamos regional, si es que a este último se le ha concedido alguna. No obstante en la mayoría de los casos se le atribuye un papel clave administrativamente, que consiste en asistir al nivel inferior (el local) y de canalizar la política del gobierno nacional sobre ese territorio.
La importancia de su existencia es incuestionable.
El plano local precisa de un órgano superior que ayude a los ayuntamientos a coordinarse y prestar servicios, especialmente a localidades pequeñas, estando en él representados las necesidades específicas de cada lugar por pequeño que sea.
La duda que nos asalta es si esta función intermedia debe asumirla el órgano territorial superior (la región) y por tanto suprimir la provincia. En lugares extensos como Rusia es innegable que los óblasts son necesarios pese a la autonomía de las regiones, ahora bien en naciones más pequeñas el debate está más servido. En Japón por ejemplo la región no tiene autonomía y es la provincia (denominada allí prefectura) la que tiene la autonomía (excepto en la isla de Hokkaido donde además de prefectura existen subprefecturas que hacen el papel de las provincias españolas), en cambio en EEUU pese a tener cada Estado mucha autonomía cada uno de ellos está compuesto por infinidad de condados muchos de ellos pequeños (sería como si en España las provincias tuviesen el tamaño de las comarcas).
Por más autonomía que tenga una región y cuanta más extensión tenga más necesidad habrá de que no tenga además la función del órgano intermedio por lo que las provincias siguen siendo necesarias. El debate entonces más bien debería estar en el tamaño de estas (si tan pequeñas como los condados estadounidenses o tan grandes como los óblast rusos) y en su capacidad administrativa así como tanto de la elección de sus responsables como del control de su gestión, dependiendo siempre de las especificidades de cada nación y de la concepción que se tenga de la estructura del país (si más ligera o más extensa lo cual supone un debate teórico que levanta pasiones).
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 24-2-16
Algunos optan por el centralismo, otros por la autonomía (ya sea con un grado alto como el federalismo o incluso el confederalismo, un grado medio similar a las comunidades autónomas españolas o un grado bajo sin darles capacidad legislativa a órganos territoriales) y varios por uno mixto. Sin embargo todos ellos a nivel inferior a la primera división territorial (cantones, Estados, comunidades autónomas, regiones, etc) tienen un estamento intermedio (condados, provincias, distritos, óblast, prefecturas, etc) antes de llegar al nivel considerado como local.
La organización del órgano territorial intermedio suele depender de la autonomía que se le condece al órgano territorial territorial, que se entiende si lo llamamos regional, si es que a este último se le ha concedido alguna. No obstante en la mayoría de los casos se le atribuye un papel clave administrativamente, que consiste en asistir al nivel inferior (el local) y de canalizar la política del gobierno nacional sobre ese territorio.
La importancia de su existencia es incuestionable.
El plano local precisa de un órgano superior que ayude a los ayuntamientos a coordinarse y prestar servicios, especialmente a localidades pequeñas, estando en él representados las necesidades específicas de cada lugar por pequeño que sea.
La duda que nos asalta es si esta función intermedia debe asumirla el órgano territorial superior (la región) y por tanto suprimir la provincia. En lugares extensos como Rusia es innegable que los óblasts son necesarios pese a la autonomía de las regiones, ahora bien en naciones más pequeñas el debate está más servido. En Japón por ejemplo la región no tiene autonomía y es la provincia (denominada allí prefectura) la que tiene la autonomía (excepto en la isla de Hokkaido donde además de prefectura existen subprefecturas que hacen el papel de las provincias españolas), en cambio en EEUU pese a tener cada Estado mucha autonomía cada uno de ellos está compuesto por infinidad de condados muchos de ellos pequeños (sería como si en España las provincias tuviesen el tamaño de las comarcas).
Por más autonomía que tenga una región y cuanta más extensión tenga más necesidad habrá de que no tenga además la función del órgano intermedio por lo que las provincias siguen siendo necesarias. El debate entonces más bien debería estar en el tamaño de estas (si tan pequeñas como los condados estadounidenses o tan grandes como los óblast rusos) y en su capacidad administrativa así como tanto de la elección de sus responsables como del control de su gestión, dependiendo siempre de las especificidades de cada nación y de la concepción que se tenga de la estructura del país (si más ligera o más extensa lo cual supone un debate teórico que levanta pasiones).
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 24-2-16