"El oro viene del sur, la sal del norte y el dinero del país del hombre blanco pero los cuentos maravillosos y la palabra de Dios solo se encuentran en Tombuctú".
Ese proverbio quizás estaba en la cabeza de René Cailié cuando consiguió entrar en Tombuctú. Su espíritu le llevó a entrar en una ciudad prohibida para no musulmanes y a la que ningún europeo había accedido ni tenido información veraz, salvo algunos musulmanes del Reino de Granada siglos atrás.
El hombre en cuestión con su habilidad en el disfraz y por hacerse pasar por musulmán fue capaz no sólo de entrar en ella sino también de salir y volver a Europa.
En aquel entonces Tombuctú era una sombra de los que fue. El motivo de los riesgos que corrió ese explorador francés fueron motivados por la fama de la ciudad y la admiración que se sentía por ella.
Razones para ello no faltaban.
Tombuctú fue la ciudad por excelencia del Sahel durante siglos. Gran referente cultural y centro de actividad de eruditos.
Gran parte de su historia esta ligada al Islam, aunque no fueron los musulmanes quienes la fundaron.
Esa localidad tiene el honor que la universidad de Sankore fue de las primeras del mundo en constituirse.
No sólo tiene eso que ofrecer al mundo sino también parte de su histórica muralla, el palacio Buctú y la impresionante mezquita de Djingareyber. Pero lo que más destaca de ella es su arquitectura basada en el barro que le da un toque muy característico y distintivo fusionándose con la tierra.
Por desgracia la barbarie del fanatismo religioso se llevó gran parte de los manuscritos elaborados y estudiados por los eruditos africanos, el viento harmattan que hizo desértica la ciudad se ha llevado por delante muchos edificios históricos por acumulación de arena y la economía redujo tanto su explendor como su vitalidad.
¡Oh, Tombuctú! Joya del pasado africano siempre conservaras tu impronta en la historia y tu nombre siempre resonara con fuerza entre quienes se interesen por África y la historia del mundo.
Almacenado en Aficiones / Turismo Virtual / África
Publicado en Maponder
MIGUEL ÁNGEL - 29-9-16
Ese proverbio quizás estaba en la cabeza de René Cailié cuando consiguió entrar en Tombuctú. Su espíritu le llevó a entrar en una ciudad prohibida para no musulmanes y a la que ningún europeo había accedido ni tenido información veraz, salvo algunos musulmanes del Reino de Granada siglos atrás.
El hombre en cuestión con su habilidad en el disfraz y por hacerse pasar por musulmán fue capaz no sólo de entrar en ella sino también de salir y volver a Europa.
En aquel entonces Tombuctú era una sombra de los que fue. El motivo de los riesgos que corrió ese explorador francés fueron motivados por la fama de la ciudad y la admiración que se sentía por ella.
Razones para ello no faltaban.
Tombuctú fue la ciudad por excelencia del Sahel durante siglos. Gran referente cultural y centro de actividad de eruditos.
Gran parte de su historia esta ligada al Islam, aunque no fueron los musulmanes quienes la fundaron.
Esa localidad tiene el honor que la universidad de Sankore fue de las primeras del mundo en constituirse.
No sólo tiene eso que ofrecer al mundo sino también parte de su histórica muralla, el palacio Buctú y la impresionante mezquita de Djingareyber. Pero lo que más destaca de ella es su arquitectura basada en el barro que le da un toque muy característico y distintivo fusionándose con la tierra.
Por desgracia la barbarie del fanatismo religioso se llevó gran parte de los manuscritos elaborados y estudiados por los eruditos africanos, el viento harmattan que hizo desértica la ciudad se ha llevado por delante muchos edificios históricos por acumulación de arena y la economía redujo tanto su explendor como su vitalidad.
¡Oh, Tombuctú! Joya del pasado africano siempre conservaras tu impronta en la historia y tu nombre siempre resonara con fuerza entre quienes se interesen por África y la historia del mundo.
Almacenado en Aficiones / Turismo Virtual / África
Publicado en Maponder
MIGUEL ÁNGEL - 29-9-16