Recordemos de pasada que en las anteriores, las de 2.016, se encontraban cuatro partidos. Uno grande que abarcaba a toda la derecha (PP), uno que jugaba al centro (Ciudadanos) pero que chupaba más votos liberales que socialdemócratas y una izquierda dividida en dos (PSOE y Podemos). este último bloque, el de izquierdas, estaba en ebullición con un Podemos que amenazaba con sobrepasar a un PSOE en crisis ideológica y de liderazgo.
Pues bien, la situación tres años después se ha invertido notablemente.
La derecha está partida en tres y en la izquierda el PSOE se ha convertido en hegemónico.
¿Cómo se ha llegado a esto?
Por el lado de la derecha la desideologización del PP, afectado por una grave carencia de comunicación durante su gobierno y su perfil bajo gubernanental, y la falta de liderazgo de este partido con un candidato muy verde y novato que además perdió los debates facilitó la debacle popular en los comicios. A ello se une su escisión conservadora que se hizo fuerte y logró aglutinar parte del electorado más conservador así como parte del electorado patriotico español y atraer abstencionistas contrarios a varias facetas del régimen político surgido en el 78 (por la derecha a bajo nivel también existe, no solo por la izquierda son contestatarios a él).
Mientras que por la izquierda Sánchez que del no es mo como eslogan ganó tirón en la izquierda y recuperó el liderazgo del PSOE logró aprovechar su breve etapa de gobierno, gracias a biena comunicación y ministros resultones así como con los famosos viernes sociales anunciando gastos sociales a las puertas de los comicios, consiguió la fuerza necesaria para liderar la izquierda. Algo facilitado por la grave crisis interna de Podemos, destruido por las peleas internas así como carente de ideas y con una organización nefasta, y la ausencia durante meses de Pablo Iglesias del foco mediático junto con no haber sabido hacer una estrategia de mezcla óptima de oposición y apoyo al gobierno socialista.
Con esa dinámica se llegó a las elecciones de abril pasado. Tres partidos de derechas con aparente fuetza más o menos similar y uno por la izquierda comiéndose al otro.
Los llamamientos de la izquierda y la bola que se le dio a VOX en las terminales mediáticas del PSOE para que los izquierdistas votasen, al igual que ocurrió en 2.016 con las terminales mediáticas del PP para asustar con Podemos, propició la victoria socialista favoreciendose de la Ley D'Hont por ser un partido de izquierdas fuerte (PSOE) frente a tres de derechas más o menos igualados y uno flojo de izquierdas. Lo cual tiene cierta ironía pues la ozquierda hasta ahora había sido la perjudicada por la ley electoral, fundamentalmente la izquierda profunda, y ahora ha sido la derecha la gran perjudicada.
Las conclusiones que podemos sacar es que pir una parte el partido gobernante salvo en momentos de crisis suele tener un plus electoral importante. De hecho en España solo así se han cambiado gobiernos; En el 82 UCDE estaba destruida internamente y la economía no andaba bien, en el 96 el gobierno del PSOE atravesaba escándalos y la situación económica era mala, en 2.004 la mala comunicación sobre los atentados terroristas y la guerra de Irak echaron al PP del podrr, en 2.011 la gran crisis económica expulsó al PSOE de La Moncloa, y con una Moción de Censura aprovechándose de la corrupción del PP el PSOE recuperó el poder al quedarse éste sin aliados en la cámara baja.
Y que pir otra parte el sistema electoral queda superado cuando hay un partido mayoritario por uno de los bloques y en el otro un gran fraccionamiento.
Urge en este país una ley electoral más justa que incluya proporcionalidad directa a la vez que se representa a los territorios y una segunda vuelta. Por ejemplo 52 escaños provinciales (uno por provincia más Ceuta y Melilla), un colegio de restos de 200 escaños que sume todos los votos de cada provincia dando una asignación teniendo en cuenta el conjunto y 50 escaños atribuidos al que gane una segunda vuelta entre lis dos partidos más votados. Con la formula del colegio de restos podría sortearse la necesidad de modificar la Constitución para quitar que la circunscripción electoral sea la provincia, dicha estrategia no podría hacerse en el Senado porque en éste están asignados los escaños por provincia.
Y también mayor participación e implicación ciudadana con una democracia más directa para restar peso al partido gobernante, así como cultivar un electorado más crítico y reflexivo que sea independiente del poder y de los cantos de sirena de las terminales mediáticas de los partidos.
Publicado en Mapeando (página de Facebook)