Todas las cartas se van a poner sobre la mesa y todas las partes jugarán previsiblemente una batalla definivita o cuasi definitiva. Se nota en las declaraciones y en las decisiones.
Las dos posturas están bien claras.
Por una parte un Secretario General y gran parte de su directiva que quiere mantenerse en el cargo, así como tratar de gobernar en una oposición radical al PP, para lo cual están dispuestos a acercarse tanto a Podemos como a Ciudadanos e incluso tantear en lo posible a los nacionalistas.
Mientras que por el otro lado los defensores de la esencia del PSOE y del rumbo del socialismo desde el Congreso de Suresnes quieren la dirección asuma responsabilidades políticas por tanta derrota electoral y por las circunstancias especiales se facilite la investidura de Rajoy.
La oposición de criterios es muy fuerte, ya que son enormemente antagónicos.
Esto es agravado por los tumbos que va dando el PSOE. Pedro Sánchez dijo que no se pactaría con Podemos y tras elecciones autonómicas-municipales se pacto, en diciembre el Comité Federal aprobó unas líneas rojas a la hora de negociar y ahora la directiva pretende eliminarlas.
Además hay una crisis en el proyecto socialista que no es capaz de ofrecer nada atractivo ni bien valorado, en línea con la crisis ideológica de la socialdemocracia europea por sequía de ideas y de capacidad de presentar un proyecto adecuado para los retos de Europa.
La fractura interna del PSOE no puede resolverse sin que gane uno de los dos bandos. Venza quien venza el partido socialista deberá contribuir a desbloquear la situación política y repensar seriamente su proyecto.
Es evidente que necesita un gran debate interno y un Congreso abierto junto con una renovación total de caras pero todo ello tras aclarar si apoya a Rajoy o forma un gobierno alternativo.
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 28-9-16