Lo primero que debe tenerse bien presente es el cambio de escenario que se ha producido. Los resultados del 20-D transformaron el mapa político creando un puzzle complicado sin mayorías absolutas y con dos formaciones emergentes que entraron con gran fuerza.
En España era costumbre la existencia de un bipartidismo fuerte y con mayorías normalmente absolutas o en su defecto mayorías simples bastante cómodas. Por tanto no había necesidad de negociar investiduras más allá de eventualmente con algunos nacionalistas, resultando esto bastante simple pues únicamente se acababa negociando sobre traspaso de competencias y financiación a determinada o determinadas comunidad/es autónoma/s.
Hay que sumarle la irrupción de dos nuevos partidos. Los cuales no son los típicos partidos sino que se sustentan en movimientos de protesta, uno moderado y otro antisistema. Recogiendo entre sus líneas programáticas gran parte del malestar de la gente con su clase política. La naturaleza de estas dos nuevas formaciones y su programa hacen que sean difíciles de casar con las dos fuerzas del bipartidismo clásico.
Entrando en la naturaleza ideológica de las formaciones en liza se hace palpable que por su posición política Podemos solo es compatible en cierta medida con el PSOE, y que esta última fuerza difícilmente podría entenderse con el PP. Esto es as así debido a que el partido morado es antisistema y no casa ni con el liberalismo ni con el conservadurismo. Mientras que la socialdemocracia de la formación socialista tendría serias dificultades para lograr un acuerdo con el conservadurismo.
Esto nos deja sobre la mesa dos combinaciones de cartas muy factibles; Una de derechas, entre el socioliberalismo de Ciudadanos y el conservadurismo con dosis de liberalismo del PP, y una de izquierdas entre la extrema izquierda de Podemos con la socialdemocracia del PSOE. Aunque hemos de añadir un comodín que es el pacto Ciudadanos-PSOE, que es posible pues el socioliberalismo es el ala más hacia el centro de la derecha y la formación naranja no es conservadora por lo que puntualmente es factible un acuerdo de estos con la formación socialista ubicada en el Centro-Izquierda.
A todas estas cuestiones de lógica deben sumarse las posiciones de los partidos.
El PP está en el poder y ganando las elecciones obtuvo una posición de teórica ventaja sobre el resto. Lo que le ha permitido una mayor tranquilidad y buscar el desgaste del PSOE, esperando el momento de debilidad de Ferraz para que una vez noqueados se quitasen de en medio o se mostrasen favorables a una gran coalición con ellos, aunque este momento aún no ha llegado pero está previsto que llegue tras el 26-J según los cálculos de Génova.
Por contra el PSOE tenía el reto de tapar una derrota electoral con la posibilidad de formar gobierno dado el nuevo mapa político. Consciente que su gran enemigo es Podemos no podía permitirse formar gobierno con él. Por tanto ha buscado el acuerdo con Ciudadanos para demostrar su voluntad pactista mientras presionaba a la formación morada para que renunciase a exigir un gobierno a la valenciana. El debilitamiento de Podemos es la estrategia de Ferraz para poder formar gobierno y espera que se produzca el 26-J.
Maquiavelicamente es como ha jugado Podemos pues no dio el sorpasso y no tenía opciones de formar gobierno. Además carecen de posibilidades de llegar al poder por su radicalidad si no es con un acuerdo con el PSOE, pensando así Iglesias planteó un acuerdo de gobierno pero a la vez haciendo un desplante para dificultarle a Ferraz aceptar pues su objetivo era la repetición de elecciones. De esta forma si logra el sorpasso tras el 26-J y con todas las críticas que ha recibido de los socialistas de dejar gobernar a Rajoy, el PSOE preso de sus palabras no tendría más remedio que dejarle gobernar en solitario a Podemos.
Hilando fino es como ha actuado Ciudadanos mientras trataba de recobrarse de haber conseguido un resultado por debajo de las expectativas. Apelando a la responsabilidad y mostrándose como pegamento para lograr un gobierno pero a la vez buscando la suma imposible, es decir con el PSOE, porque desea unas nuevas elecciones para esta vez obtener un buen resultado con el respaldo de la buena imagen que ha logrado en las negociaciones.
Como se puede ver es una amalgama de factores que han hecho imposible que las negociaciones fructificasen. Sin embargo tras el 26-J es bastante probable que la situación varíe pues los partidos ya se habrán adaptado a la nueva realidad, adquirido cierta cultura negociadora y deberán hacer concesiones a la vez que no tendrán la opción real de una reválida electoral si no quieren forzar demasiado la situación.
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Públicado en PolíticAhora y Mapeando
MIGUEL ÁNGEL - 29-4-16