Puede considerarse la economía uno de los temas más relevantes en unas elecciones y en el caso de Turquía también es así.
El actual presidente de la nación turca, descendiente de emigrantes georgianos, tiene una relación tanto con la economía como con el Islam.
Recibió su educación en escuelas religiosas y posteriormente se graduó en Economía y Comercio.
Desde muy joven empezó a militar en asociaciones islámicas para finalmente entrar en política, primero en el Partido de Salvación Nacional y luego en el Partido del Bienestar. La actividad política la combinó con su trabajo en empresas relacionadas con la agricultura.
El país que ocupa la península de Anatolia es de contraste entre grandes ciudades cosmopolitas y un campo conservador dedicado a la agricultura. El nexo de unión de estas dos realidades es el sentimiento nacional.
Erdogan ha sabido representar a todo el país. Con su vinculación con el sector primario y el conservadurismo logró el apoyo del campo, mientras que su actuación como alcalde de Estambul le abrió la puerta del apoyo en las urbes.
El apoyo que recibe el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) se basa en la buena marcha de la economía, en que representa bien la postura internacional del país y combina el conservadurismo religioso con el secularismo. Si bien es cierto que lo último está empezando a hacer aguas con la polarización de la sociedad turca.
El idilio de esta formación política con la economía arranca con la crisis financiera y económica junto con una elevada inflación que sufrió el país desde la década de los 90 hasta principios del siglo XXI, incluso el FMI (Fondo Monetario Internacional) intervino para ayudar al país.
El ascenso al poder del AKP se produjo en este marco de crisis y su destino en el mismo dependía de que fuese capaz de levantar la economía lo suficientemente rápido.
Las medidas del partido islámico moderado fueron:
-Terminar la apertura de la economía iniciada en la década de los ‘80.
-Privatizar empresas públicas.
-Atraer grandes inversiones, en parte gracias a la apertura de negociaciones de adhesión con la UE.
-Estimular el crecimiento del sector servicios en las ciudades.
-La introducción de la nueva lira turca equivalente a un millón de las de antes.
-Reducir el importante déficit del Estado.
El éxito conseguido para sacar a flote al país y elevarlo a niveles de crecimiento de media superiores al 5% anual, cifra reducida en los últimos años, se debe no sólo a los aciertos en la gestión de este partido sino también a factores internos a tener en cuenta.
Turquía es un país con un enorme potencial de crecimiento, atrae turistas por su estabilidad dentro de Oriente Medio y por su rica historia, cuenta con unas urbes populosas y dinámicas, una posición estratégica por el flujo de petróleo hacia Occidente (el mercado del oro negro en Estambul es de los más importantes del mundo) y por ser puerta de entrada al Mar Negro.
La gestión económica del AKP se pone a prueba por los nubarrones que se ciernen sobre Turquía desde el año pasado. Se habla de desaceleración y de una potencial crisis a corto plazo, de hecho el crecimiento del PIB se ha reducido a poco más del 2% y la inflación ha subido sumándose a los indicadores preocupantes la caída de la lira turca, la cual a principios de este año 2015 perdió una parte significativa de su valor.
Estos problemas se deben a la reducción de la inversión extranjera durante la crisis mundial y por su alejamiento de la UE, además del nivel de los tipos de interés que merecen un análisis más pormenorizado.
En los últimos meses se ha desatado un enfrentamiento entre el gobierno turco y el Banco Central del país. El nivel de los tipos de interés es la causa de este choque.
Turquía tiene un dilema debido a la tesitura económica que vive. Por una parte necesita mantenerlos altos para evitar el descalabro de la lira, de ahí la subida que hizo hace unos meses y que logró un repunte de su moneda, pues los inversores buscan una rentabilidad alta de su dinero y si no la tienen buscan otros destinos para su capital provocando la caída de la lira turca. Pero por otro lado precisa que estén a un nivel bajo para avivar la economía y el país está en época de elecciones.
La bajada de tipos de interés que ha hecho Durmus, Presidente del Banco Central de Turquía, le ha resultado muy exigua a Erdogan.
La economía es el soporte del AKP en el poder y lo que le permite conseguir un número alto de votos tanto en las ciudades como en el campo. Es un pilar que ahora adquiere incluso mayor importancia, ya que Erdogan ha ido introduciendo reformas conservadoras que han levantado la oposición de movimientos laicos y además pretende instaurar una república presidencialista polarizando a la sociedad turca.
El resultado de estas elecciones y la continuidad de esa formación política al frente de Turquía depende de la opinión que tengan los ciudadanos de la marcha de la economía.
Publicado en Baab al Shams
Almacenado en Geopolítica / Economía / Perspectivas
MIGUEL ÁNGEL - 2-06-15