En la cúspide del poder en Bakú se encuentra Ilham Alliyev desde 2003, “heredero” de su padre Heydar Alliyev quien gobernó durante los diez años anteriores. Los Alliyev llegaron al poder tras un golpe de Estado durante la guerra contra Armenia de principios de los años noventa, cuando un sector del ejército derrocó al gobierno acusándolo de incompetencia en el manejo del conflicto. Desde entonces, la nación caucásica está inmersa en un régimen criticado internacionalmente y cuyas elecciones se celebran sin cumplir todos los estándares de los observadores para ser consideradas completamente libres.
Las implicaciones geopolíticas de Azerbaiyán se deben a dos factores. Por un lado, la etnia y, por el otro, los hidrocarburos. Alrededor del 20% de la población de Irán es azerí y se ubica mayormente en el noroeste del país persa, en una zona que algunos denominan Azerbaiyán del Sur, siendo mayoritarios en ese territorio. Eso ha llevado al régimen de los ayatolas iraníes a tratar de perjudicar indirectamente a Azerbaiyán. Entre una de sus medidas está la de ayudar económicamente a Armenia permitiéndole evadir el bloqueo económico turcoazerí que sufre. Desde Teherán se considera que, de evitarse el fortalecimiento de su vecino azerí y de que no se imponga en su contencioso con Armenia, se salvaguardará mejor la integridad territorial de Irán.
La alianza de Azerbaiyán con Turquía es otra muestra de cómo la etnia marca la situación de este país en la región. Las dos naciones comparten el origen turcomano de su población. Este hecho las ha acercado bastante y desde Ankara siempre se ha intentado ayudar al país azerí, no sólo con el bloqueo a Armenia sino también prestándole apoyo en muchos campos, a la vez que se mantiene una relación tensa con Ereván que va desde contenciosos territoriales (el monte Ararat símbolo de Armenia quedó en territorio turco) hasta a la interpretación histórica (los armenios denuncian un genocidio turco sobre su población durante la I Guerra Mundial pero Turquía lo niega).
Como se ve, el conflicto con Armenia vertebra por desgracia la geopolítica en Azerbaiyán e influye en otros actores de la zona. Tiene su origen en la disputa del Nagorno-Karabaj, una región de mayoría armenia dentro de territorio azerí, que ya les enfrentó en el breve periodo que ambos países fueron independientes tras la I Guerra Mundial y que continuaron con el colapso de la URSS.
La disputa ha generado dos guerras, una en cada período recientemente mencionado, concluyendo en punto muerto. El Nagorno-Karabaj, así como un territorio de seguridad que permite la conexión entre Armenia y dicha zona, están de facto controlados por Ereván, aunque Bakú no reconoce este hecho y por sus ganancias petrolíferas cada vez adquiere mayor supremacía económica que puede llevarle a ganar sobre su rival armenio.
Son precisamente los hidrocarburos los que han introducido a Azerbaiyán en el tablero de ajedrez entre Rusia y Occidente. La nación azerí no sólo tiene grandes recursos petrolíferos sino que también es terreno de paso de la riqueza gasística de Asia Central hacia Europa y en menor medida hacía Rusia, pues Moscú cuenta también con otros gaseoductos en Asia Central, dándole una posición aún más relevante. Existen planes para construir gaseoductos desde Asia Central hacia Europa que el Kremlin quiere torpedear para no perder influencia sobre la región ni su posición, casi de monopolio de suministrador energético, sobre las demás naciones europeas. Es el denominado Nabucco vs South Stream, el primero es la apuesta de la Unión Europea y el segundo la réplica rusa.
Bakú se mantiene neutral en el juego entre Rusia y Occidente. Necesita a ambos por igual, a pesar de que Rusia es un apoyo importante de Armenia. Sin embargo, dicha posición es difícil de mantener y más cuando uno de los implicados decida incrementar su participación.
En un momento en que Rusia está participando de forma activa en Oriente Medio con la intervención militar en Siria, con bombardeos masivos en apoyo al régimen de Bashar Al-Assad e incrementando su presencia militar en Latakia, la pieza azerí adquiere aún más importancia. Un papel que puede sufrir variaciones en el caso de que Rusia lograse ejercer la hegemonía en Oriente Medio en detrimento de EEUU, el cual gracias al fracking y a su interés en Asia-Pacífico ha reducido su vinculación con la región. O bien si la participación militar rusa provocase la inclinación de la balanza a favor del bando chíi en la guerra fría que mantiene este con el Consejo de Cooperación del Golfo de mayoría sunni, y que en el caso de Siria y Yemen ha degenerado en guerras fratricidas. Cualquiera de estos dos hechos podría causar que alguien trate de desestabilizar la pieza azerí o que el Kremlin, a continuación, decida desarrollar una política muy activa de adquisición de influencia en Azerbaiyán
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MIGUEL ÁNGEL - 25-11-15