Se trataba de la organización interna, que era muy rígida. De hecho se procuraba desde la organización del partido, que estaba vigente desde que se fundó antes de realizarse ningún congreso, que las agrupaciones regionales fuesen regidas por un miembro vinculado a la plataforma que existía antes de la fundación del partido. Cualquier crítica contra el funcionamiento interno de la formación no era bien vista y en varios casos quiénes las realizaron fueron expedientados.
La intención desde la cúspide del partido era construir una formación muy jerarquizada con un potente aparato, que viene a significar control absoluto por parte de la cúspide, y delgada en militancia. Un modelo muy propicio para facilitar el control de una entidad en crecimiento y orientarla a tareas de gobierno.
Esa intención no casa en la construcción de un proyecto de centro transversal ni en otra forma de hacer política, siendo estos irónicamente objetivos de este nuevo partido. Se produjo por tanto una contradicción qué polarizo al partido que escaló enormemente cuando se produjo una cadena de expedientes por parte de la dirección nacional a los opositores a este modelo.
El primer congreso del partido en 2009 marco el fin de UPyD cuando se partió en dos la formación. Los críticos trataron sin éxito de cambiar la organización interna sin éxito y posteriormente su permanencia en la formación fue imposible al no producirse ningún intento de reconciliación desde arriba ni de buscar posiciones comunes.
Es significativo el caso de Murcia donde los críticos habían ganado en las listas de delegados al Congreso. La dirección nacional decidió intervenir la agrupación local de Murcia y poner una gestora para retomar su control. A pesar de ello para las elecciones internas a dicha agrupación se formó una lista de consenso entre varios de sus militantes para cerrar heridas, que sin embargo fue boicoteada al pedirse el voto el blanco de la militancia contra esa lista por parte de representación de la dirección nacional.
Con esa crisis importante y los órganos dirección sin respaldo el partido murió internamente pero seguía vivo cara al exterior.
Siguiente y definitiva fue la de la comunicación.
Rosa Díez la madre del partido y gran activo tuvo un excesivo protagonismo que fue mal visto cara a fuera. Además habían dos grandes problemas:
1-Su oratoria se convirtió en repetitiva y solo se veía a la líder. Tampoco demostraba gancho alguno en la telegenia.
2-Rosa Díez era una representante de la vieja política tratando de hablar de nueva política. No casaba.
La puntilla definitiva se produjo cuando el partido se negó a la creación de una coalición electoral con la formación emergente Ciudadanos en ese entonces presente casi únicamente en Cataluña. De haberlo hecho UPyD se habría quedado con gran parte del crecimiento alternativo de centro que se está produciendo actualmente, pues la unión se habría producido según el equilibro de fuerzas de entonces que favorecía enormemente a la formación magenta.
Ciudadanos con un mensaje más fresco, con un líder con mucha más telegenia y cercano, una organización interna más abierta y siendo novedad paso por encima a UPyD en las Autonómicas-Municipales pasadas. Produciéndose tuna deserción masiva de la formación magenta a la naranja y desatándose la caja de los truenos en la cúpula del partido entre los partidarios de pactar con Ciudadanos y la guardia de Rosa Díez partidaria de no ceder su posición ni externa ni internamente.
Las posibilidades de supervivencia de la formación magenta son mínimas y pasan por convertir a UPyD en una formación de Centro-Izquierda que quite votos al PSOE aprovechando que Ciudadanos los capta más del Centro-Derecha del PP. Y procurar una ampliación de su apuesta política fomentando una reconciliación atrayendo a ex militantes ganando simpatías.
No parece ser la opción de UPyD que sigue sin renovarse, más allá de un cambio de caras pero sabiéndose que Rosa Díez sigue al frente en la sombra, y con su idea de férreo control interno. Parece que su única apuesta es aprovechar un hipotético futuro error de Ciudadanos en pactos postelectorales y que ello provoque una crisis de identificación del cambio moderado en la política que actualmente representa la formación naranja. Falta saber si para entonces sigue viva UPyD para resurgir.
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MIGUEL ÁNGEL - 16-10-15