Hemos de remontarnos a enero, cuando el gobierno chino decretó medidas drásticas para parar la pandemia en la provincia de Hubei, y que se estaba expandiendo por el resto de China. Mucha gente se sorprendió pero nada más, un problema nacional se aborda de manera nacional pensaron la mayoria, y más dentro de los esquemas geopolíticos y locales propios de Asia.
No obstante para inquietud de cada vez más gente el virus llegó a Oriente Medio, Corea del Sur, Japón y varios países asiáticos más. Algo empezaba a oler ha quemado pero nadie reaccionaba aún.
Tuvo que llegar a Italia para que se diese paso al susto pero ni aún así se reaccionó con determinación. Fue cuando se extendió por Europa cuando se tomó consciencia y tanto la ciudadania como los gobiernos y la OMC empezaron a reaccionar.
¿Cómo ha podido pasar esto?
La respuesta es múltiple; En primer lugar el error fue considerar lejano el asunto, y que el asunto quedaba centrado en China, el segundo desconocer la magnitud del problema, el tercero no artícular medidas de respuesta internacionales, el cuarto minusvalorar el riesgo y el quinto no adoptar medidas de prevención a tiempo.
Esos han sido los errores pero vayamos a la raíz del problema que no es otra que la actual organización de las relaciones internacionales; Los Estados como motores y su fundamento. La falta de respuesta común, la visión individual, el que faltase la información necesaria y que se llegase tarde se debe precisamente a esta dinámica estatal.
Ahora bien, no solo han sido culpables los Estados. Ha habido una agencia internacional que no ha hecho sus deberes; La OMS.
Fue incapaz de comprender la dimensión de la amenaza y no dio la voz de alarma a tiempo. Es muy posible que no fuese informada debidamente por China, ni que tuviese los mecanismos necesarios pero está formada por profesionales en la materia y al igual que un analista en RRII ve gran parte del puzzle geopolítico un experto en crisis de salud pública también debería. Probablemente influyeron motivos políticos y psicológicos en el retraso de pulsar el botón rojo, como por ejemplo la maginitud de lo que implicaba en restricciones y en la economía, inseguridad para hacerlo y lo señalada que estuvo por las criticas que le hicieron de sobreactuar con la gripe aviar.
La solución será mucho más rápida si logramos transformar el modo de actuar en las relaciones internacionales, ya que se requiere una respuesta global. La urgencia esperemos que facilite al menos un cambio temporal.
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