Lo normal sería que un Presidente acaba mandato pasando a desaparecer del mapa salvo para algún mitín en elecciones y que el Presidente electo pase a administrar la nación...Nada de eso ha sucedido. Barack Obama nada más salir de Washington dio un discurso contraatacando al de la toma de investidura de Trump, mientras que el mencionado discurso de Donald Trump fue una ruptura con todo lo anterior.
Han habido dos alumbramientos el 20 de enero. El primero fue el del ideólogo y el segundo el del transformista.
Los ocho años de Obama han sido decepcionantes pues no logró el cambio que prometió, ni para EEUU ni para el mundo, pero ha ganado experiencia y ahora que ha dejado el poder va a poder concretar su política y preparar el terreno al siguiente para que de verdad aplique cambios significativos.
La presidencia de Trump no va a ser una presidencia cualquiera. Quiere cambiar el rumbo de EEUU por lo que no se va a limitar a gobernar y como indicó su discurso quiere representar un antes y un después.
La política tradicional de la nación estadounidense amenaza con romperse completamente.
Trump es Presidente pero va a tener en su contra no sólo al partido mayoritario como le pasaba a Obama sino también en muchos casos al suyo propio. Por lo que se va a desarrollar una lucha, muchas veces silenciosa pero intensa. Mientras que Obama al querer defender que su movimiento tuvo sentido y preservar sus frutos va a tener que salir a la palestra, con lo que el partido Demócrata será rehén del exmandatario.
La megalomanía se ha instalado en la Casa Blanca pero la sombra del anterior inquilino aún no se ha marchado.
Publicado en Mapeando
MIGUEL ÁNGEL