La estrategia del Presidente Morales ha sido más agresiva diplomáticamente y en discurso que la de sus predecesores.
Una actitud que internacionaliza el tema y aumentó la tensión regional. Con un trasfondo nacionalista favorable a Morales internamente.
Las reclamaciones territoriales en el S. XXI no están muy bien vistas salvo si son sobre territorios de dudosa soberanía jurídica o remanentes del pasado colonial quedando estos moralmente en cuestión.
Ese es un problema que afecta gravemente a Bolivia en sus pretensiones, ya sean estas justas o no.
El fallo de la Corte Internacional ha restado legitimidad a Bolivia y la llamada ahora a negociar que ha hecho La Paz a Santiago de Chile suena a debilidad y se produce en un contexto de pérdida boliviana de fuerza en sus reclamaciones.
Teniendo en cuenta la necesidad económica y simbólica de Bolivia de recuperar acceso al mar debería haberse centrado la actividad boliviana internacional en hallar fórmulas día ligadas con Chile para obtenerlo, implicando a potencias con una diplomacia de perfil bajo llamando a la solidaridad y a resolver el conflicto pero no la forma agresiva desarrollada.
Bolivia podría conseguir la concesión sin límite temporal de un puerto en Chile y una línea férrea hasta su país que le permita la exportación e importación de productos sin pago alguno a favor de Chile, así como acceso libre a barcos comerciales por un corredor en aguas chilenas hasta dicho puerto, como también que en la citada instalación pudiese operar una flota comercial boliviano junto con una pesquera de largo alcance (que no actuase en aguas chilenas de pesca). Dicho puerto podría ser de nueva construcción para no perjudicar a Chile.
Lo dicho hubiese sido perfectamente posible en un clima distendida, diplomacia sutil y una campaña internacional pidiendo solidaridad.
Publicado en Mapeando